El tiempo se acerca.
El que no ha llegado, el que siempre se asoma dejando ver
esa temperatura intermedia entre la amenaza y la promesa.
Ciclos que se empalman y que no esperan a que estemos listos
o que sepamos de ellos. Con el descaro de lo inesperado, con la dulzura de
sorprendente.
Y seguimos en ese punto de ambivalencia que tanto nos hace
bailar, que nos lleva a preguntarnos sin respuesta o simplemente, a encontrar
soluciones que no estábamos buscando.
Tiempo de meditar un poco, de cerrar las filas y de guardar
en un cajón la especulación.
Sea como sea, es hora de ser.