Las esperanzas, los planes, las preguntas por contestar. Unas cuantas oraciones prestadas, un hechizo de amistad. Planes y esquemas. Recuerdos, miradas y un beso en el bolsillo por lo que se pueda ofrecer. Imágenes, colores, sabores y algunas sonrisas preocupadas.
Mi fuerza, mis pasos sin rumbo. La magia que aún vive en mi pecho. Algunas preguntas que necesito responder.
Un par de alas muy bien puestas en la espalda.
Una misión en la mente.
Dejo en casa la espada. En esta ocasión tengo que pelear con las manos desnudas. Sin protección, sin armadura. Sólo usando mi sangre, mi piel y mis necias ganas de superar esta prueba.
También dejo en la sala una cajita, llena de cosas que no pude decir. De secretos para el viento. De posibilidades purpúreas.
Y respiro. Una vez más, respiro.
No hay plazo que no se cumpla y esto algún día tenía que pasar. Veamos qué pasa, veamos si es de verdad.
Sin embargo y aunque mi intención no sea ésa, no puedo evitar formularme una pregunta…
¿Y si no regreso?
¿Qué pasaría? ¿En qué sería relevante? ¿Qué historias cambiarían? ¿Hacía dónde se inclinaría la balanza?
¿Sería distinta la noche? ¿El bosque?
¿Un mausoleo? ¿Una fiesta? ¿Una leyenda escrita a la mitad?
Quizá sólo sería el último canto de un dragón; de un soñador en peligro de extinción.
¿Qué harían mis amigos? ¿Qué diría mi gente? ¿Cuántas almas se reunirían por la ocasión?
Y claro, no puedo evitar preguntarme: Si yo no regresara… ¿Qué sentirías tú?
Preguntas al aire. Sólo eso nada más.
Sonrío. Es hora de partir.
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