17 abril 2009

La desaparición del Paladín

Alisto poco a poco mis cosas, todo ese equipaje que no se lleva en la maleta.

Las esperanzas, los planes, las preguntas por contestar. Unas cuantas oraciones prestadas, un hechizo de amistad. Planes y esquemas. Recuerdos, miradas y un beso en el bolsillo por lo que se pueda ofrecer. Imágenes, colores, sabores y algunas sonrisas preocupadas.

Mi fuerza, mis pasos sin rumbo. La magia que aún vive en mi pecho. Algunas preguntas que necesito responder.

Un par de alas muy bien puestas en la espalda.

Una misión en la mente.

Dejo en casa la espada. En esta ocasión tengo que pelear con las manos desnudas. Sin protección, sin armadura. Sólo usando mi sangre, mi piel y mis necias ganas de superar esta prueba.

También dejo en la sala una cajita, llena de cosas que no pude decir. De secretos para el viento. De posibilidades purpúreas.

Y respiro. Una vez más, respiro.

No hay plazo que no se cumpla y esto algún día tenía que pasar. Veamos qué pasa, veamos si es de verdad.

Sin embargo y aunque mi intención no sea ésa, no puedo evitar formularme una pregunta…

¿Y si no regreso?

¿Qué pasaría? ¿En qué sería relevante? ¿Qué historias cambiarían? ¿Hacía dónde se inclinaría la balanza?

¿Sería distinta la noche? ¿El bosque?

¿Un mausoleo? ¿Una fiesta? ¿Una leyenda escrita a la mitad?

Quizá sólo sería el último canto de un dragón; de un soñador en peligro de extinción.

¿Qué harían mis amigos? ¿Qué diría mi gente? ¿Cuántas almas se reunirían por la ocasión?

Y claro, no puedo evitar preguntarme: Si yo no regresara… ¿Qué sentirías tú?

Preguntas al aire. Sólo eso nada más.

Sonrío. Es hora de partir.


14 abril 2009

Astroboy...

Tanto tiempo, tantas cosas.

Los pasillos tienen algo de polvo pero curiosamente no hay telarañas a la vista.

Esos pedazos que ven el suelo, vaya, no les presten mucha atención. Sólo es algo que se rompió un poco más de lo que esperaba.

Han habido tantos cambios y cosas, que se me antoja difícil hablar de todas de un jalón.

Malos días.

Otros peores.

Buenos encuentros.

Cambios.

Reencuentros, muchos.

Decisiones.

Planes.

Cosas que, después de una década no creí que volvería a decir.

Buenas noches.

Muchas risas.

Brillos.

Abrazos prolongados.

Noticias que ya les iré dando.

Y la novedad de, a pesar de todo, sentirme mucho más fuerte y dueño de mí de lo que me hubiera imaginado. Después de todo, quizá al final resulta que no estoy tan equivocado.

Hay cosas que decir, gente a quien agradecer, proyectos que comunicarles y sobre todo… letras, sueños, colores, espadas, planes, misterios… pero ya iré contándoles poco a poco.

Pero hoy voy a otra cosa. Hoy quiero romper este silencio para alzar una oración. Para mandar desde aquí toda mi energía y mi amor a mi más grande ejemplo, al mi más grande héroe. Al hombre que me ha dado todo. Lo que soy. Lo que nunca seré. A ese hermoso testarudo que mañana volverá a hacer de las suyas.

Estoy contigo papito. Con todo mi corazón.

Tú puedes. Tú siempre puedes…