-¿Qué hacemos? ¡Van a matar a Tersek!
Todos guardaron silencio. El plan se había salido de control y ahora uno de sus compañeros se hallaba convertido en un alfiletero humano, completamente expuesto y a unos veinte metros de distancia del grupo de Trasgos arqueros. En definitiva muy mala idea; bonita manera de comenzar su primer misión como partida. Había que hacer algo pronto, al hombre del bosque le quedaba poco tiempo.
-¿Qué nadie va a hacer nada?
Era Atei, el Clérigo, quien insitía, no hacía mucho que había abandonado el templo, esos extraños sueños, que tonto le parecía ahora haberles hecho caso. Sudaba nervioso, no estaba acostumbrado al calor de la batalla, era quizá el más inexperto del grupo en estos menesteres.
-Pues si me preguntan a mi, creo que merecido se lo tiene.
Una socarrona sonrisa torcida se dibujó en el rostro de Pech, el Arquero, al tiempo que cruzaba retadoramente los brazos frente a su peculiar armadura con picos. -Además, le combinan las flechas con los cuernotes del casco.-
Threk, el otro Ranger del grupo, no pudo evitar soltar una risilla ante la negra broma de su compañero, pero la mirada recriminatoria de Atei hizo que su risa se ahogara tan pronto como salió. Con un carraspeo incómodo trató de recobrar la pose seria.
-Este... Atei tiene razón, hay que hacer algo ya. Yo puedo usar la fuerza de mi báculo, pero necesito unos minutos para concentrarme.
El Paldín dio un paso adelante, la oscura capa que lo envolvía ondeó un poco con el aire dejando al descubierto su negra armadura. Miró un instante a sus compañeros y desenvainó su espada.
-Podemos darte cinco Threk, no más.- Su mirada estaba fija en la batalla, o al menos eso parecía, no era muy fácil ver sus gestos debajo de la capucha que siempre tenía echada sobre la cabeza; hasta el momento él era el más ausente y callado del equipo. -Espero que sea suficiente. Síganme.- Comenzó a caminar hacia los lindes de los matorrales. Pech rápidamente le cerró el paso.
-Korkuss, estás como loco. ¿Quieres que nos maten a todos?
-A mi nadie me espera en casa. ¿Y a ti?
Pech abrió los ojos sorprendido, pero su gesto cambió de inmadiato y arqueando una ceja le sonrió a su compañero.
-Ja, supongo que tienes razón. ¿Por donde empezamos?
El báculo de Threk comenzó a brillar. El Clérigo, el Paladín y el Arquero tomaron con firmeza sus armas y se lanzaron enfurecidos a la pelea en pos de su compañero en apuros. Ninguno de ellos pudo haber imaginado que su vida estaba a punto de cambiar para siempre, ninguno se esperaba lo que iba a pasar a partir de ese día...
...y así, nació una Leyenda.